domingo, 12 de febrero de 2017

Edmundo Fossa, bombero por convicción A principios del siglo XX, llegó a Mendoza un hombre capaz de dominar el fuego. Con un equipo rudimentario pero mucha vocación, logró formar el primer cuerpo de “apagadores de incendio”

Para la mayoría, el nombre de Edmundo Fossa puede resultar desconocido, aunque se haya ganado con mérito una calle en el barrio Bombal.
Llegó desde Buenos Aires a nuestra provincia en 1907, convocado por el gobernador Civit que consideró su experiencia y altruismo para poner en marcha una gran misión: organizar y dirigir el primer Cuerpo de Bomberos. 
 Radiografía de un pionero 
El comandante Fossa nació en Buenos Aires en 1862. A los 21 años, ingresó al Cuerpo de Bomberos de la Capital Federal que había sido creado el 2 de enero de 1870, cuando el entonces Jefe de Policía, Enrique O´Gorman, formó la Compañía de Vigilantes Bomberos como forma de responder a los  incendios que se podían originar en una ciudad tan grande como Buenos Aires. 
Fossa, pues, acudió a cientos de siniestros que le aportaron una gran experiencia en este tema y ascendió rápidamente a la jefatura. Él y un grupo de bomberos participaron en la conocida “Revolución del Parque” que estalló en julio de 1890, encabezada por Leandro N. Alem en contra del gobierno de Miguel Juárez Celman. Seis años después de esta sublevación, el comandante se retiró de la fuerza con el máximo cargo.
En 1905, lejos de dejar la actividad, Fossa partió hacia el vecino país del Paraguay para formar, en Asunción, un cuerpo de bomberos. 
Luego de permanecer dos años allí, viajó a Mendoza requerido por el entonces primer mandatario Emilio Civit para la organización de una compañía de bomberos dependiente del Cuerpo de Policía de la provincia.

A la Fossa con fuego
En la Mendoza de 1901 se produjo un gran incendio. Se había originado en una tienda, pero se extendió a otros locales dejando cuantiosos daños materiales. El siniestro causó pánico entre los vecinos, quienes exigieron al gobierno la inmediata creación de un cuerpo especial para sofocar incendios.
Los medios gráficos de aquel entonces se adhirieron a esta protesta. Pero recién el 16 de junio de 1907, el diputado de la provincia, doctor Lucio Funes, presentó un proyecto a la Legislatura con el objetivo de formar una compañía de bomberos.
Aunque existen diferentes versiones sobre la creación de la misma, el 26 de octubre de 1907 el gobernador Emilio Civit, mediante la ley 382, creó la entidad que se denominó “Cuerpo de Bomberos de Mendoza”. 
Otra versión sostiene que esta institución fue fundada el 17 de noviembre de ese año. En los comienzos, el jefe de bomberos Edmundo Fossa tuvo que luchar con grandes inconvenientes, como la falta de medios y la incomprensión de la mayoría de los funcionarios (y la ciudadanía en general) para equipar a esta compañía con los elementos adecuados.
A pesar de eso, su perseverancia hizo que el cuerpo se mantuviera activo, contando con 55 hombres equipados solamente con una docena de baldes que servían para acarrear agua y arrojarla sobre las llamas.

Bautismo de agua
A los pocos días de su organización, durante la noche del 13 de diciembre, se produjo un voraz incendio en la casa y comercio de Miguel de la Fuente, quien tenía un gran depósito de mercaderías en calle Belgrano 1450 de Ciudad. De inmediato, el fuego se extendió por diferentes sectores de la propiedad, quemando maderas y mercaderías. 
Los flamantes bomberos llegaron a los pocos minutos y, gracias a la intervención del comandante Edmundo Fossa y sus efectivos, el incendio fue controlado, pese al rudimentario equipamiento. 
El segundo llamado de estos servidores públicos tuvo lugar en la mañana del 16 de enero de 1908, cuando otro importante incendio se originó en un taller de tipografía e imprenta que había funcionado en calle Salta 205, propiedad de Alejandro Molina.
Avisados por los vecinos, el Cuerpo de Bomberos llegó al lugar con su precario equipo para extinguir las llamas sin que se propagaran hacia otras viviendas.
Fueron las dos primeras intervenciones que tuvo aquel novato pero valiente grupo de extinguidores. En poco tiempo, el jefe de aquel cuerpo se ganó la admiración de todos los ciudadanos.
Luego de trabajar arduamente por más de una década, el veterano bombero Edmundo Fossa solicitó su renuncia. Falleció en 1934.
Por iniciativa de uno de sus sucesores, José C. Hernández, en 1948 se propuso al municipio de Capital que una calle llevase el nombre de Comandante Fossa . Años después, este deseo fue concretado en el barrio Bombal como un justo homenaje. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena reseña histórica soy retirado y trabajé 25 años en el Cuartel Central de Bomberos Gracias por el material histórico

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