lunes, 25 de mayo de 2015

Breve historia de la Semana de Mayo


Mayo de 1810. En casa de los Rodríguez Peña se iniciaron las reuniones en las que se planteó la necesidad de un cambio. El virrey dependía del rey de España, que ya no gobernaba. Pasó a depender de la Junta de Cádiz, que se había disuelto. Era tiempo de debatir el futuro del virreinato. Con el apoyo del Regimiento de Patricios, comandado por Cornelio Saavedra (a quien secundaba Juan José Viamonte) reclamaron al virrey Cisneros la convocatoria de una Asamblea General o Cabildo Abierto, es decir, con la participación de los principales vecinos. El virrey, sin el apoyo de las armas, se vio obligado a aprobarla.
El lunes 21 de mayo se imprimieron las invitaciones. Cincuenta celadores las repartieron y pegaron los bandos en las esquinas, un trabajo que hacían con gran destreza sin desmontar. Además, se contrataron carretas para transportar bancos de la Catedral y de las iglesias de Santo Domingo, San Francisco y la Merced. De esta manera resolvían el problema de la cantidad de vecinos que acudirían al día siguiente. Para reunir los escaños se hicieron doce viajes a las cuatro iglesias.
Por la cantidad de gente fue necesario acondicionar el balcón mediante lonas y tapices que cerraran el lugar para disimular el frío de mayo, y darle privacidad de la reunión. Tampoco descuidaron la iluminación. Por lo general, el Cabildo sesionaba a la luz del día y en todo caso, con un par de velas se resolvía el problema. Pero esta vez serían varias horas de debate. Se envío por una provisión importante de velas e hilo.
Mientras tanto, ese lunes, en la casa de Nicolás y Casilda Rodríguez Peña, situada en las actuales Suipacha y Bartolomé Mitre, los patriotas Castelli, Vieytes, Belgrano, Saavedra y varios más debatían una estrategia a seguir en la Asamblea del martes 22. La reunión terminó después de la medianoche. Amparados por la oscuridad, partieron cada uno rumbo a su casa.
A partir de las ocho de la mañana del martes 22 de mayo comenzaron a llegar los invitados al Cabildo. Asistieron 251 vecinos de los 450 que habían sido convocados. La imagen de una reunión muy formal y organizada se contrapone al contenido de las cartas y relaciones que fueron escritas en los días posteriores. Hubo empujones, gritos y hasta insultos para algún orador poco convincente. La ovación de la jornada la tuvo un español, el general Pascual Ruiz Huidobro. Solicitó que el virrey Cisneros renunciara de inmediato. Fue ovacionado. El Cabildo Abierto terminó a la medianoche, una vez que el último vecino votara.
El miércoles 23, los funcionarios del Cabildo encargados del escrutinio de votos llevaron adelante una maniobra para mantener al virrey en el poder. Anunciaron que Cisneros sería depuesto, pero lo reincorporaron en un Junta, acompañado de cuatro vecinos: los criollosSaavedraCastelli y el sacerdote Juan Nepomuceno Solá, más el comerciante español José Santos Inchaurregui.
El 24 de mayo a las tres de la tarde, los integrantes de aquella primera Primera Junta se arrodillaron frente al crucifijo, en el piso superior del Cabildo, y juraron fidelidad al rey. Cisneros dijo palabras de rigor y, una vez concluida la ceremonia, el quinteto cruzó la Plaza hacia el fuerte (donde ahora está la Casa Rosada). Los capitulares se abrazaron: aún frente al avasallador resultado electoral del Cabildo Abierto, el virrey seguía a la cabeza.
Los promotores de la Revolución no celebraron. Por la noche, los patriotas increparon a Saavedra y Castelli en la casa de Rodríguez Peña. Haber aceptado integrar la Junta con el virrey había sido los mismo que fracasar. Dos decisiones fundamentales se tomaron esa madrugada:los vocales renunciarían al amanecer y se presionaría al Cabildo para que aceptara creación de una nueva Junta, integrada por un presidente, dos secretarios y seis vocales. Cisneros no podía figurar.
El amanecer del 25, frío y lluvioso, no invitaba a salir a la calle. Como cada vez que llovía, Buenos Aires era un barrial. Sin embargo, los capitulares acudieron al edificio bien temprano y se encerraron en la planta alta, enterados de que la Junta que había asumido se había disuelto. Hombres dirigidos por French se asomaron por la Plaza. Saavedra y Beruti ingresaron a entrevistarse con los cabildantes y le entregaron la lista con los nueve nombres que debían conformar la nueva Junta. Lezica les agradeció el listado y dijo que sería tratado por el cuerpo capitular. La puerta se cerró. Era tiempo de esperar. Muchos de los postulados se reunieron en la casona de Azcuénaga, en la esquina de las actuales Rivadavia y Reconquista. French acudió al Cabildo y le alcanzó a los funcionarios varias hojas con firmas de vecinos que reclamaban la instalación de la Junta. Les advirtió, además, que el tiempo de las decisiones se agotaba.
La única salida posible era aceptar los términos. A las tres de la tarde, SaavedraPasso,MorenoAlbertiAzcuénagaBelgranoCastelliLarrea y Matheu se hincaron frente al crucifijo y juraron “desempeñar legalmente el cargo”. Fue el acta de defunción del virreinato, el gobierno patrio había nacido.
Fuente: http://blogs.lanacion.com.ar/historia-argentina/personalidades/breve-historia-de-la-semana-de-mayo/

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