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jueves, 18 de abril de 2024

Un aspecto de la embarcación Emilio Civit (LA CUYANITA) en el desembarcadero del Lago del Parque General San Martín (1939) Ciudad de Mendoza


La Cuyanita comenzó a surcar el lago en la década del 20 del siglo pasado. Esa primera embarcación funcionó hasta 1935. Posteriormente, se llamó a licitación para restablecer los paseos acuáticos y una nueva lancha comenzó a prestar este servicio en 1939. Se la denominó Emilio Civit, pero la gente continuó llamándola La Cuyanita. “La primera embarcación del lago fue vendida en 1937 a los señores Ronchietto y Bianchi, por 200 pesos, y la llevaron a la laguna Los Álamos.  El barco que remplazó a la primera nave pesaba 5 toneladas, con un casco de 13 metros de eslora (largo) y una capacidad para 20 a 26 personas. El casco fue construido en Alemania por el astillero Krupp, luego de la Primera Guerra Mundial. Llegó a la Argentina, donde construyeron la cubierta y el puente de mando, y se utilizó a la embarcación para prestar servicios en el Delta del Paraná antes de ser trasladada a Mendoza. En el pequeño muelle de madera del Rosedal estaba atracada La Cuyanita esperando la llegada de chicos y grandes para salir a pasear. Con todo el pasaje cubierto, como todos los domingos, el timonel daba la orden de zarpar y los “oficiales” del embarcadero soltaban amarras. Rápidamente se llegaba al extremo norte del Lago. La embarcación tomaba rumbo al Sur, mientras los pasajeros observaban el Club Regatas, lo que ocurría en tierra firme o a los (y las) bañistas que se resguardaban del calor seco. En los '60 comenzó la decadencia. Sufrió actos vandálicos en dos oportunidades y, en diciembre de 1976, tras una serie de reparaciones, fue botada al lago por última vez. Durante el invierno de 1979, La Cuyanita ardió en llamas y ese fue el fin. Aparentemente, uno de los cuidadores de la embarcación colocó un calentador para soportar el frío. Se quedó dormido y casi se quema con la estructura de madera que adornaba la cubierta y el puente de mando.Tras el fin de La Cuyanita, en 1979, y por un año la remplazó un catamarán que fue bautizado Emilio Civit II. Luego, en 1990, se inauguró el Mississippi Rey del Lago, que tenía dos pisos y prestó servicios por varios años más.



miércoles, 10 de abril de 2024

Vista de las termas de Puente de Inca, enclavadas en el corazón mismo de la Cordillera de los Andes, a una altura de 2700 msnm.


Famosas mundialmente por sus aguas, sus baños y el hotel, se llegaba a los baños de este centro termal por medio de un puente natural, petrificado por la acción de las aguas meso termales impregnadas de sal, sobre el río Mendoza. Zona de numerosas fuentes termales, entre las que se destacan, Helio Marte, Champagne, Karlsbadina, Venus y Mercurio, de 35° a 38°. Muy cerca de allí el Aconcagua, y los cerros Tupungato, Tres Cruces y Ceniza, aptos para el andinismo y las caminatas. (José Benito de San Martín - La Lúcida Mirada de un hacedor) Gentileza de Nora y Jamime Correas

Penitentes de Nieve en la ladera del Volcán Overo. (1939) San Rafael. Mendoza. Argentina


El Volcán Overo está ubicado a pasos del distrito El Sosneado, en la naciente del Río Atuel. Se accede al lugar a través de la Ruta n° 144, y luego tomando la ruta 220 desde el centro del distrito. Se trata de una formación geológica que tiene más de 4.600 metros de altura, y está ubicado en plena Cordillera de los Andes. El Overo es un volcán inactivo, y se encuentra por ese motivo coronado por glaciares eternos. Es visitado anualmente por muchos andinistas que buscan hacer base y escalarlo, por esto es un lugar ideal para realizar andinismo superior. El camino del volcán conduce a una refinería de azufre, ubicada en la base, que funcionó hasta hace algunos años pero hoy en día está abandonada. De todos modos, es posible visitar las ruinas. Su formación tuvo lugar, según especialistas, en el plioceno o el cuaternario. En la edad anterior a la glacial se formó el cono central, con derrames de lava basáltica y formación de conglomerados. Debido a la erosión provocada por el paso de los años, en la actualidad su aspecto es un poco más achatado, y posee manchones de nieve en sus laderas. El volcán representa una buena excursión para todos los amantes del andinismo que quieran visitarlo. Además, al encontrarse cerca del distrito El Sosneado, es posible hacer una parada allí y conocer otros lugares interesantes y atractivos como el Hotel termal, la Cueva del Indio y la Laguna El Sosneado. Debido a que el volcán está ubciado en las nacientes del Río Atuel, es posible visitar la Laguna del Atuel, que da origen al río.

lunes, 8 de abril de 2024

Andenes de la Estación Constitución (terminal porteña del Ferrocarril Sud), en 1934.




El camino de las casuarinas (ca.1930) Quinta Agronómica. Donde hoy se emplaza el Parque Cívico de la Ciudad de Mendoza


La historia de la Quinta Agronómica –sitio donde hoy se emplaza el Parque Cívico de Mendoza– se remonta a 1853, cuando Sarmiento sugirió al Gobierno provincial la creación de una Quinta Normal y Escuela de Agricultura. El sitio se instituye actualmente como “uno de los más antiguos exponentes de paisaje rural-urbano” de la ciudad de Mendoza (M. J. Casaño; C. F. Martínez y C. M. Lasagno, 2018).  En 1870 se sancionó la ley 432 de organización de la enseñanza agrícola: el Departamento Agronómico comenzó a funcionar recién cuatro años más tarde, dentro del Colegio Nacional ubicado en el borde de la ciudad nueva, sobre calle Belgrano.  Ante la necesidad de contar con un terreno adecuado donde los alumnos pudieran desarrollar las prácticas y tener su propio edificio, el Gobierno de la Provincia, por encargo del Gobierno Nacional, compró en diciembre de 1872 los terrenos a Don Cirilo Godoy y a los herederos de Doña Manuela Rosas de Corvalán, conformando una superficie total cercana a las 25 hectáreas (L. Girini, 2006).   Según la autora, “el predio se ubicaba al sur de la calle Colón, límite sur de la Ciudad Nueva, en zona de potreros sobre un campo completamente abierto, despoblado y estéril” y tenía por límites: al oeste la calle del Alto de Godoy (actual Belgrano), al sur el zanjón de Astorga (actual zanjón Frías), al norte calle pública (actual Pedro Molina) y se conectaba con la calle de San Nicolás (actual San Martín) por una franja de terreno de 15m. En enero de 1878 el Departamento Agronómico se separó del Colegio Nacional, inauguró sus propias instalaciones y fue elevado al rango de Escuela Nacional de Agronomía. Los viveros de olivos, nogales y árboles frutales “tuvieron tal éxito, que pronto la escuela  proveyó pedidos de todas estas plantas, dentro y fuera de la provincia”.  Luego de un cierre temporal causado por la epidemia de cólera de 1886, y habiendo funcionado de manera intermitente, el establecimiento concluyó sus actividades en 1890, a raíz de un recorte presupuestario que hacía inviable su funcionamiento. En 1897 volvió a abrir sus puertas, como Escuela Nacional de Vitivinicultura, para lo cual la Provincia cedió a la Nación el predio y los edificios de la antigua Escuela Nacional de Agronomía.  El lugar ya se había convertido en una parada obligada del ocio dominical en las afueras, situación que se mantuvo hasta la década de 1920. Uno de los edificios de interés con que contaba la quinta “era el invernáculo, adquirido en Buenos Aires en 1879 e instalado en el centro del predio, en un sector especialmente acondicionado en la intersección del camino que comunicaba con la calle de San Nicolás y la vía principal de acceso a la escuela por calle Pedro Molina”. Allí se construyó una base elíptica de 2,5m de altura y más de 20m de longitud utilizada como depósito. Sobre esta plataforma y a través de una gran escalinata, se accedía al edificio de hierro y cristal, destinado al cultivo de especies que demandaban un ambiente controlado. Este esqueleto transparente formado por una serie de módulos estandarizados, “puso tempranamente una nota de modernidad al complejo y su visita se convirtió en uno de los paseos predilectos de las familias mendocinas”, en palabras de L. Girini.  Completaba el área destinada a la escuela una “plazuela enladrillada con parterres,” dotados con distintas especies arbóreas, que contribuyeron a atemperar los rigores del clima. El resto del predio estaba organizado en cuarteles, a partir de una retícula ortogonal de calles: tres que corrían de este a oeste y cinco en dirección norte-sur. Los caminos en su mayor parte estaban consolidados y flanqueados por hileras de árboles. En una nota de 1903, la revista Caras y Caretas daba cuenta de la relevancia del predio como destino de recreo de las clases altas:  “Los frondosos eucaliptus de la quinta agronómica de Mendoza, cobijaron el domingo anterior a la más selecta sociedad mendocina que concurrió a aquel paraje en son de fiesta. En los anales mendocinos no se recuerda desde hace muchos años un paseo campestre que haya sido realizado en las condiciones de aquél […]. A las tres de la tarde se sirvió un lunch y luego la orquesta dio la señal del baile al aire libre, en el amplio local que se había preparado”. Cuando la quinta se abría al público sus senderos se convertían en paseos “donde el tiempo parecía no transcurrir, porque las familias disfrutaban de los aromas, del contacto con la naturaleza y se identificaban con el trabajo del hombre […]. Sucedían los refinados y cautos pic-nic y hasta las poses familiares para que el fotógrafo se luciera con el verde paisaje de fondo o la cúpula del invernáculo”, relata R. Puig. ( Por Arq. Pablo Bianchi)


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